dissabte, 23 d’octubre del 2010

Educació Emocional: Art-teràpia a l'aula.

RECURSOS DE ARTETERAPIA EN EL AULA ESCOLAR

Francisco Jesús Coll Espinosa

Psicólogo. Director de la mancomunidad Valle de Ricote.

Director del máster universitario en arte-terapia

Me siento muy agradecido por haber tenido la oportunidad de participar en este libro, que permite profundizar en temas tan sugerentes. Es siempre muy motivador y actual reflexionar sobre los procesos de aprendizaje y también sobre la comprensión que podamos tener sobre las circunstancias más adecuadas para el aprendizaje, así como las dificultades del mismo.

La atención a los niños en el aula se hace acompañar continuamente por un deseo de creación conjunta entre el docente y los alumnos; el docente debe de crear el dispositivo de aprendizaje y los alumnos van creando una nueva realidad en ese proceso. Por ello, no son indiferentes los modos en los que transcurra ese tiempo de creación que es el aprendizaje.

El propósito de este artículo es el intento de describir cómo los recursos de arte-terapia y de creatividad pueden ser instrumentos fundamentales en el dispositivo del aprendizaje. Sin embargo, a veces, se tiende a confundir los recursos de creatividad con los del arte-terapia.

Para comenzar, creo que es necesario describir un poco algunas cuestiones del trabajo en arte-terapia y sus aplicaciones. Por ser ambas disciplinas relativamente nuevas, a veces, su aplicación y conceptualización, tendemos a hacerla de un modo muy general. Me gustaría precisar que el desarrollo del arteterapia tiene una estrechísima interdependencia con la creatividad, a tal punto, que encontramos dificultades en señalar sus diferencias, siendo sin embargo, necesario profundizar en ellas, y así lograr un desarrollo más adecuado de los fines que pretendemos. Algo claro que, en principio, ya nos avanza sus señas de identidad y de sus diferencias, es que la formación en ambas disciplinas es distinta, profundizando en temas y cuestiones diferentes.

Parto de la consideración de que la creatividad tiene connotaciones terapéuticas obvias y la arte-terapia no es posible sin una disposición a la creatividad y sin creatividad.

- La creatividad, entendida como un camino para la experimentación emocional desde la libertad y el gusto por crear, puede ser y es un medio excepcional e imprescindible para facilitar la arte-terapia. Los límites entre una y otra no son nada claros, ya que en ambas disciplinas, se conjugan los objetivos de propiciar la libertad proyectiva y la satisfacción por la expresión. Una de las diferencias, se da en que la creatividad pretende fundamentalmente la creación de una obra, proponiendo los espacios y los modos necesarios y óptimos para que el sujeto pueda enfrentarse a sus miedos, al vacío, a su espontaneidad, etc, disponiéndose a hacer una obra que le suponga mejorar su bienestar interno y sentirse más libre y satisfecho de sus producciones. En arte-terapia se pretende fundamentalmente la vivencia del proceso de la creación, más allá de la terminación de la obra, facilitando un proceso de argumentación introspectiva de ese proceso creativo. El trabajo en arte-terapia se esfuerza en facilitar que el sujeto vaya elaborando y encontrando nuevas imágenes a procesos internos que le hacen sufrir o que le generan conflicto; en arte-terapia se trata de intentar visualizar en la obra plástica las imágenes internas. De este modo se trabaja desde la expresión, desde la proyección, desde la creatividad, pero con una orientación y formación clínica que facilite al sujeto el abordaje y la creación de espacios más amables desde las imágenes internas o conflictos internos.

Una cuestión fundamental es el diálogo con la obra durante el proceso de creación, así como prestar especial importancia a los modos y estilos que marcan nuestras creaciones y nuestra forma de historizarnos en las obras. Estas precisiones requieren de una argumentación que en este artículo no es posible. Por ello, dada la correlación existente entre creatividad y arte-terapia y cómo llevar su trabajo al aula y con población de riesgo social, en adelante voy a llamar a este trabajo a realizar como “proceso creativo”, (crear el vacío, la nada, imágenes subjetivas,..) entendiendo por este la mediación creativa necesaria en todo proceso de proyección y creación de imágenes emocionales, que favorezcan el crecimiento personal y la resolución conflictos.

Quisiera destacar algunas condiciones para favorecer el espacio del proceso creativo necesario para propiciar el aprendizaje:

- Es obvio y necesario partir de la consideración de que todo sujeto es creativo por naturaleza, es decir, es creativo por el hecho de haber accedido al pensamiento. Justamente, para acceder al pensamiento, a la realidad exterior e incluso a la interior, el niño ha ido “creando”, a partir de las personas que le cuidan, un modo de entender el medio ambiente y de encontrar respuestas al medio y a sus necesidades. Esta disposición creativa que hemos tenido todos, debido a innumerables circunstancias, puede haberse enquistado, bloqueado, etc, o haber sufrido determinadas sensaciones que han podido hacer derivar su desarrollo en identificaciones demasiado concretas y rígidas. Esta cuestión es decisiva en todo trabajo y, si cabe, aún más en el proceso de aprendizaje: la disposición creativa es consustancial con el hecho de vivir.

- El final de la obra no es lo determinante, sino su proceso de desarrollo, ese tiempo que se emplea en recortar en una imagen exterior (visual, táctil, sonora, de movimiento, etc) una sensación interna, bien responda a una sensación figural o informe.

- La libertad en la expresión es el modo más genuino para el desarrollo del proceso creativo; esta libertad encuentra su forma y su límite en el respeto a sí mismo y al otro. El aprendizaje no se da sin la sensación de la libertad para pensar, para imaginar, para desfigurar la realidad, para jugar y fantasear con lo aprendido. En el sentimiento de la libertad expresiva solo se puede formar en el sentimiento del reconocimiento y respeto del otro.

- El proceso creativo no es un proceso imitativo. El proceso creativo es el movimiento de poner unas cosas en lugar de otras, de jugar con la lógica, de componer lo abstracto, de mirar lo invisible, de decir sin lenguaje, de escribir con la fantasía. La imitación es la alienación de la expresión y la anulación de la subjetividad; es la perversión de lo peculiar, de la identidad, de la lógica emocional. El aprendizaje nunca puede ser una posición imitativa, sino constructiva.

- En el proceso creativo se produce el hecho de poder desligar el sufrimiento de la identidad subjetiva, elevando como mediador la creación y enfatizando, por el hecho mismo de crear, una subjetividad más diversa y sólida.

- En el proceso creativo se dimensiona la emoción sobre la acción, haciendo prevalecer una imagen subjetiva más serena en el encuentro de emociones, generando una identidad más ligada a la diversidad emocional que la acción en sí misma. Se puede decir que en la creación se facilita la posición de “pensar lo que se hace” sobre aquella de “hacer lo que se piensa”.

- El proceso creativo enfatiza elementos narcisizantes en la fantasía y el pensamiento. El pensamiento es lo que le da forma al “yo” desde el gusto y el recreo por pensar. Fantasía y pensamiento no son cosas tan distintas; se podría decir que la fantasía es el pensamiento pensado y sin él, no es posible el razonamiento del pensamiento. Nadie puede sentirse cómodo en su manera de pensar si no disfruta de su fantasía y si no piensa su fantasía. Muchos problemas de aprendizaje tienen aquí una causa clara, cuando no sabiendo disfrutar de su fantasía, no pueden tener acceso a las condiciones del pensamiento abstracto.

- Encontrar en el proceso creativo y en la creación una posibilidad de encuentro en la diferencia, viviendo la diferencia como una ganancia en la diversidad del desarrollo subjetivo y no como un límite que me obliga a defenderme permanentemente. Si pensamos en los niños de 3 a 5 años, observamos el placer que tienen de unir y de hacer conjugar lo diferente.

- Encontrar en el proceso de la creación una producción íntima en la extrañeza de lo propio. Éste es uno de los dilemas de todo sujeto: en el esfuerzo de unir lo interno y lo externo, nos vamos encontrando con diferentes sensaciones de no terminar de tener una referencia clara de sí mismo, sino pequeños pedazos que no siempre tenemos la suerte de poder unir. A veces, lo que creíamos más propio, lo sentimos como ajeno y aquello que parecería muy lejano, de pronto lo vemos como propio de siempre. Justo el proceso de creación viene a permitirnos ese lazo entre lo propio y lo extraño, relativizando la angustia de lo desconocido.

- El trabajo con lo creativo supone conceptuar la realidad que nos ocupa de diversos modos:

o La realidad no es sólo lo que se nos da y nos obliga, sino que se construye en función a nuestros modos “peculiares” de vivenciar y manifestar nuestras emociones y deseos. La magia de la realidad es que está compuesta de elementos comunes, pero que son percibidos y vividos de un modo peculiar. La realidad no es solo lo que vivimos; es eso que nos rodea y nos envuelve, que nos acaricia y nos lastima, nos tonifica y nos debilita; en definitiva, nos da la posibilidad de crearla, de darle sentido, nuestros sentidos.

o La realidad es un espacio vivencial, de prolongación de nuestras emociones y, al mismo tiempo, es el espacio de ajeneidad, dado que las cosas nunca son como deberían ser, ni terminan de ser como cada uno quisiese que fuesen. Este malestar es lo que marca el intervalo de la humanización, de la simbolización, desde el esfuerzo por hacer propio lo externo, de apropiarnos de lo interno en la necesidad de representación en el exterior, de articular la frustración que se desprende de la inevitable distancia entre lo que sentimos que debería ser y con lo que nos encontramos.

o He aquí lo que determina el gusto por la comunicación y la posibilidad de la inteligencia, de las estrategias de encontrar modos de ser que nos faciliten la sensación de una identidad subjetiva. El ser humano se caracteriza por el intento de “apropiación” de lo que le rodea, de los elementos comunes, del encuentro de la diferencia. A su vez, en el ser humano, siempre se da un sentimiento de cierta ajeneidad de lo que le rodea; por ello, necesitamos de cierta rutina, de ciertas normas, de ciertos hábitos de vida. El sentimiento de sí es un sentimiento que se va construyendo a lo largo de toda la vida; es en la infancia y más aún en la primera infancia, cuando se le da forma a este sentimiento de sí. Es un sentimiento que siempre está un poco en precario, porque nunca termina de encontrar una correlación exacta entre lo que se siente y lo que se encuentra. A veces, más de las deseadas, nos confundimos y se tiende a las posesiones como muestra del precario sentimiento de sí.

o He aquí el beneficio de la creatividad: hallar y prolongar el sentimiento de sí en la creación de nuevos espacios, en la creación de nuevas realidades, de nuevos modos de comunicación, de nuevas imágenes subjetivas y de representación.

o Pensemos ahora en qué consiste la realidad. La realidad sería como una moneda, con dos partes inseparables y que una da forma a la otra. En el sujeto, podríamos señalar que esas dos caras son la realidad personal y la social. Por una parte, estaría la realidad social, aquélla que nos rodea, aquélla que intentamos modificar, adaptarnos, de la que nos quejamos, que nos molesta, que ansiamos, que envidiamos y, también, que desconocemos. Por otra parte, tenemos la realidad personal, esto es, esa realidad que sentimos interna y que nos empuja, nos agobia, nos hace sentir, nos hace disfrutar, nos permite pensar, comparar, querer… El encuentro con uno mismo es siempre muy difícil, imposible, ya que el “uno mismo” sólo es ese intento de unidad y de representación continua.

o El proceso creativo permite trabajar con los conflictos. Los conflictos sólo son modos de resolver situaciones internas que sentimos como adversas o contradictorias; por ello, esto supone que hay otros modos de resolver. El conflicto es una solución de compromiso, una solución intermedia entre la imagen interna y su representación externa. Revela cierta frustración en la creación de su realidad, de su representación en el exterior. En este sentido, el conflicto puede pasar a ser una forma precaria de identidad, de tal modo que la acción puede sustituir al pensamiento, argumentando la acción, en el mejor de los casos, como un modo inequívoco de ser.

- El proceso creativo es un medio excelente de motivación al aprendizaje.

La motivación por el aprendizaje está, directa e inequívocamente relacionada, con:

o La facilidad para la asociación. La evolución en la maduración de todo niño pasa por la fase necesaria del egocentrismo, en donde el niño tiene que sentir que su imagen individual es necesaria para los demás, recibiendo su existencia como una alegría importante para los demás, para poder pasar a la comprensión abstracta en la que predomina la asociación de diferentes elementos. La abstracción supone la percepción del límite y la concurrencia de elementos para comprender la causalidad de las cosas y la posibilidad de nuevas alternativas. Esto no es otra cosa que la aceptación de la frustración como elemento del deseo. Justamente por ello, se produce el deseo, como la única alternativa para salvar los límites de las situaciones. La simbolización es justo eso, es decir, la mediación creativa para disminuir el malestar y posibilitar una nueva dimensión en la representación exterior. Por ejemplo, qué es si no el juego, sino una puesta a prueba de sus experiencias de realidad, es decir, de sus vivencias en la relación con sus personas de referencia. El juego, imprescindible para todo niño sano, es el “como sí” de su presencia en el mundo y, en la primera infancia, es la única posibilidad de incorporarse a las relaciones con los otros y de aceptar la percepción de los límites; esto es, la experiencia de que no se puede tener todo, ni se tiene todo lo que uno quiere a la mamá, ni al papá, ni los juegos le hacen jugar, sino que el niño tiene que darle vida a los juegos, ni los demás hacen lo que él quiere, etc.

Qué es si no el aprendizaje de la lectura y la escritura; pues aceptar que la palabra está hecha de vocales y consonantes, que una frase no es igual a otra, que las cosas toman otro color a partir de poder ser nombradas; ¿por qué si no, cuando uno tiene una sensación sin palabras, encuentra cierta relajación al poder formularla en palabras? En la lectura, se vive que la lectura le da vida a la frase y que no se puede leer de cualquier forma. Al principio, los niños leen todo seguido, en la pretensión de que todo es un continuo; pero su experiencia de vida les va haciendo ver que no todo es un continuo y que su mamá se enfada y no saben el por qué, o su papá, o no entienden a veces el comportamiento de las personas y, progresivamente, van comprendiendo que el no saber la causa de todo eso, no va a suponer una pérdida en el sentimiento de sí mismo.

Esto, sin embargo, es lo que es causa en muchísimas ocasiones del fracaso en el aula, en el aprendizaje escolar. A veces, muchas, se tiene el aprendizaje de la lectura pero ésta no le resulta comprensiva. En el aprendizaje de las matemáticas, lo más difícil suele ser el aprendizaje de las tablas de multiplicar y de la división; creo que es debido a que su aprendizaje supone la constatación de que algunas cosas son como son y otras hay que entenderlas llevándole esto a una defensa de aceptación. Que las cosas tengan un transcurso sin la participación directa del niño, a veces le supone la sensación de irrelevancia y frustración, con la idea interna de debilidad, adoptando la resistencia al aprendizaje como un medio seguro para su identidad precaria. El niño se resiste a aprender cuando su representación está sujeta a identificaciones con significaciones muy concretas y ligadas a ideales narcisistas de los padres, profesores, o, a veces, por la falta de ideales de los padres y pobres significaciones de representatividad en ellos. El aprendizaje en el niño es importante cuando lo nuevo a descubrir, a aprender, viene a cubrir ciertos ideales de los padres y no entran directamente en competitividad con ellos. El aprendizaje cultural, escolar, no es tarea fácil; con el aprendizaje, el niño lleva a lo familiar el gusto por lo aprendido y no el complemento familiar, ni la subsanación de frustraciones paternas.

o El aprendizaje no es fácil, porque para aprender hay que hacer un lugar a donde vaya lo nuevo, es decir, aprender conlleva la conciencia de parte de lo no sabido y la constatación de la relatividad de lo sabido. Al aprender, se da cierta relatividad de la subjetividad. Por eso, en los niños con resistencias, con dificultades, lo nuevo les causa inseguridad y se defienden haciendo persistir sus hábitos, sus rutinas, se seguridad en lo sabido. Dan la impresión de que se bloquean o de que no entienden; más que eso, lo que ocurre es la precaria seguridad en lo que saben, es decir, las precarias identificaciones y por ende, la fijación de los ideales. Ello les hace que surja en ellos vestigios de pasión, sensaciones de estar fijados, pegados a lo que ya saben, recibiendo lo nuevo con la desconfianza con la que se recibe al enemigo. En estos niños, la aplicación del arte-terapia y la creatividad es lo mejor que se les puede proponer para avanzar.

o Cierta relatividad de los hechos. Como decía en el apartado anterior, la maduración es la aceptación de la relatividad de los hechos. Esto quiere decir que un hecho toma valor por su referencia a otros hechos, aceptando el conjunto como valor referencial.

o Identidad ligada a la metáfora del ser y no a la metonimia. Es la relación con los demás lo que domina y caracteriza que la relación pueda “ser pensada” por el sujeto y de esta manera, se produce el intento de la comunicación y, con ello, el esfuerzo por transmitir.

Poder “pensarse” es indispensable para la condición intelectual poder pensarse significa que ya, por ello mismo, hay una distancia entre lo que pensamos y lo que transmitimos, siendo la comunicación esa mediación. Poder pensarse es también la constatación de la diferencia con lo que otro pueda pensar y, diría aún más, es la aceptación de la diferencia sin frustración y agresividad. Justo este “poder pensarse” es la génesis de la creatividad, ya que siempre sentimos insuficiente ese pensamiento de sí mismo y es en el esfuerzo creador como se alimenta una sensación más diversa y satisfactoria de ese malestar interno.

Aplicación del proceso creativo en el aula:

El aula escolar es un medio privilegiado para el desarrollo social e intelectual de los niños. El aula reúne determinadas características indispensables para el buen desarrollo de la infancia: entorno socializante, el encuentro con sus iguales, lugar de estimulación de nuevos aprendizajes, espacio transferencial con el adulto y el establecimiento de ideales. Sería interesante desplegar todo aquello que ocurre de modo que se den las condiciones para el aprendizaje, pero en este espacio no es posible. Pero todos sabemos que el aprendizaje no se da sin la identificación con el que lo transmite y que lo aprendido no es para uno mismo, sino para favorecer la relación con los demás. Nadie, y el niño aún menos, puede aprender sin ponerse en el lugar del maestro, sin ponerse como sujeto pasivo y activo a la vez en su proceso de aprendizaje. Sólo basta con observar cómo los niños necesitan jugar a los maestros con relativa frecuencia; bueno, esta necesidad se da más en los niños con un aprendizaje positivo; cuando se dan dificultades de aprendizaje, los niños prefieren jugar a juegos en los que no entra la relación de aprender y se inclinan más por juegos de acción, en general, sin argumentación.

El aula es para el niño un lugar excepcional para la promesa, pero con la vivencia de incertidumbre, en donde se juega a la vez su individualidad y la necesidad de alienación de formar parte del grupo y siempre va a esperar que el maestro ocupe un lugar protector para él, que no significa un lugar de anulación y posesividad de su intelecto. El niño va a repetir en el aula, una prolongación de su vivencia y relación familiar. De la conjunción de todo esto se va a producir su relación con el aprendizaje. Y esto ocurre en la mayoría de las ocasiones sin que los educadores nos demos demasiada cuenta de ese proceso; los niños vienen con una teoría armada de su posición en el mundo y con un deseo enérgico de prolongarse en su medio de relación, con lo que se van tomando paulatinamente lo que necesitan para su desarrollo. Ahora bien, podemos plantear algunas estrategias de motivación para facilitarles a cada uno su propio proceso de maduración y evolución.

Un fin importante del aula escolar es facilitar el aprendizaje, pero este no es un fin en sí mismo. El aprendizaje es una necesidad vital de todo sujeto que le ayuda a dar forma a la realidad exterior y, por tanto, interior. Por ello, angustia y tranquiliza. Puede angustiar por los enigmas de lo nuevo y tranquiliza justamente por eso, porque al tener la conciencia de lo interminable de lo nuevo, la identidad de sí mismo se puede ir configurando en nuevos aprendizajes y nuevos conocimientos, siempre y cuando le facilitemos una adquisición lúdica y permeable de los ideales y no una rigidificación alienante de los mismos. Me parece oportuno resaltar aquí la cuestión de que la causa del pensamiento no es la de conocer mejor la realidad, sino que por el contrario, el pensamiento es el que da la posibilidad de configurar y significar de otro modo la realidad; por esto, un cuadro, una mesa, una luz, etc, no es lo mismo para dos personas, sino que siendo elementos comunes, nos sirven para utilizarlos de un modo más o menos común, pero con una significación y sentidos distintos, siendo esto lo que anima y causa la necesidad de la comunicación y del aprendizaje.

Por el contrario, el bloqueo del aprendizaje es la inhibición del pensamiento por déficit en encontrar referencias de identidad en la adquisición de lo nuevo; la sensación que tiene el niño con lo aprendido es la de “¿quién soy con esto nuevo y en quién soy?”. La subsanación de esto, no es el aumento de la repetición, sino la apertura a nuevas referencias de identidad. El niño no aprende más, generalmente, por mejores explicaciones en clases reducidas, sino por lo que estas clases reducidas le posibilitan de identificación con el profesor, al verse en una relación más privilegiada que en el aula normal; y todos sabemos que cuando esta identificación no se produce, no es posible aumentar el aprendizaje del niño.

El aprendizaje también supone un esfuerzo de simbolización, dada la desobjetivación que emerge en lo nuevo. El proceso de creación no es algo que reine en la comodidad; más bien, en ese tiempo de acercamiento a lo no dado, a lo “por crear”, hay también un esfuerzo por concretar en una imagen, bien sea visual o sensorial, una aproximación a lo desconocido de sí mismo, dando una dimensión amable a la desconocido de uno mismo, a lo “por llegar a ser”, a la permeabilidad de la identidad. A partir de aquí, el niño podrá acercarse a los aprendizajes de un modo menos resistente, por dos motivos fundamentales: primero, por albergar la asociación como un modo satisfactorio de re-crear la cosa; segundo, porque lo nuevo no angustia tanto, ya que va aprehendiendo que lo nuevo está por venir y se puede imaginar.

¿Cómo hacer que la materia y el aula sean motivantes? Ésta es la primera cuestión con la que se enfrenta todo formador y que le acompaña en todo el tiempo lectivo con el aula. Preparar el aula, motivar hacia la materia, es una cuestión decisiva y diversa. No existe un recetario de medidas y consejos; más bien, depende de la disposición del profesor, de su grado de satisfacción por ser formador, de su grado de satisfacción de transmitir y de aceptar cierta pérdida de su saber para que lo incorporen sus alumnos; esto que parece obvio, en la realidad escolar no es tan sencillo.

Podemos pensar algunas indicaciones para favorecer la incorporación del aula y de la materia por parte de los alumnos. Lo importante no es tener una enumeración de sugerencias, por muy sugerentes que estas pretendan ser, sino tener la concepción inicial de que para aprender hay que crear y para crear hay que sentir que se puede dimensionar lo dado.

No es muy posible relatar propuestas concretas de trabajo para el desarrollo del proceso creativo; esto mismo sería ir en contra de lo creativo. A tenor de lo expuesto, queda claro que las propuestas han de venir en función de a qué grupo vayan dirigidas, el momento del grupo, la tarea que nos ocupa, la historia del grupo, las relaciones establecidas, etc.

Es fundamental tener la comprensión de que el aprendizaje es creación y adoptar una actitud de escucha de las necesidades del grupo. Con una formación adecuada, las propuestas de trabajo son sencillas y variadas.

El trabajo del proceso creativo es el de facilitar la construcción de nuestra realidad a partir de las imágenes que podamos concretar. En el aula, las materias, los contenidos, el profesor, los compañeros, etc, cada alumno va a tener que hacer un proceso interno de asimilación, a partir de las fantasías y sensaciones que le produzcan. El trabajo creativo es el que va a acercar esas sensaciones a la realidad del aula y del aprendizaje.

La expresión creativa y la facilitación al aprendizaje, podemos realizarla a través del trabajo plástico, musical, dibujo, volumen, etc. Lo fundamental es que demos la posibilidad de la construcción de las imágenes internas que tenemos de la situación. Esta construcción va a hacer que se viva la situación representada de un modo mucho más cercano y propio. Especialmente, este trabajo también tendrá mucho éxito y de rápidas y positivas consecuencias en alumnos con dificultades, aliviando y superando los bloqueos intelectuales, las inhibiciones, problemas relacionales, desmotivación, etc.

Nos vamos a sorprender muy gratamente si trabajamos desde el espacio creativo y no nos agobiamos porque los alumnos expresen ideas que parezcan poco apropiadas; el hecho mismo de su expresión, conlleva cierta asimilación interna y un intento de incorporación. Hay que tener en cuenta que para una aproximación suficiente a los alumnos, hay que cuidar las propuestas que se realicen y el número de alumnos a atender; por ello, es aconsejable que no sean grupos muy numerosos, para poder acercarnos a cada uno de ellos en el momento de su realización y observar y conversar sobre su proceso; al finalizar cada sesión de trabajo, debe de realizarse una puesta en común, siendo muy aconsejable que con los trabajos en medio del grupo, podamos hablar todos sobre la vivencia tenida y la idea que tenemos de lo realizado, tanto desde lo individual como del trabajo grupal.

Las propuestas de expresión, pueden ser dirigidas para la realización individual, por parejas, en pequeños grupos, etc, según los objetivos perseguidos.

El trabajo creativo en el aula es una herramienta que va a facilitar una agilidad didáctica y de aprendizaje en los niños y, a poco que se comience a utilizar, se hará imprescindible y aplicable muy frecuentemente.